Los árboles y la crisis ambiental
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Los árboles y la crisis ambiental

El planeta enfrenta una crisis ambiental debido a las emisiones excesivas de dióxido de carbono hacia la atmósfera y dicha situación empeora frente a la tala indiscriminada de árboles a lo largo del globo terráqueo. Los árboles, como pulmones del planeta, se encargan de descomponer el dióxido de carbono y proporcionar oxígeno, imprescindible para el desarrollo de la vida en la Tierra.

También nos brindan sus frutos que sirven de alimento, sus raíces sujetan el suelo que pisamos evitando que este se erosione, proporcionan sombra, sirven de cobijo y refugio a numerosos animales, refrescan el entorno, retienen el agua de lluvia a modo de esponja, evitando que esta se pierda. Es decir, son imprescindibles en el ecosistema.

El hombre en su búsqueda por satisfacer sus necesidades personales o comunitarias utiliza la madera para fabricar muchos productos o combustible o leña para cocinar y calentar. Por otro lado, las actividades económicas en el campo requieres de áreas para el ganado o para cultivar diferentes productos. Esto ha generado una gran presión sobre los bosques. Las selvas tropicales de nuestro planeta, localizadas principalmente en América del Sur y Central, África Central y el sudeste asiático, sufren diariamente la tala indiscriminada de sus árboles, muchos de ellos con cientos de años de antigüedad; cada minuto que pasa queda arrasada una superficie de selva equivalente a la de un campo de fútbol.

Los países industrializados emiten 2200 millones de toneladas anuales de este gas procedente de la quema de combustibles fósiles, mientras que otras naciones lanzan al aire otros 1300 millones de toneladas por año como subproducto de los incendios masivos de bosques. Por ejemplo, durante el periodo comprendido entre 1985 y 1991, se produjo una deforestación de 2 millones de hectáreas aproximadamente, con un promedio de unas 290 mil hectáreas cada año.

La reforestación permite la lucha contra la erosión y la desertificación, la defensa contra incendios, plagas y enfermedades, el mantenimiento potencial biológico y la productividad del suelo, el uso recreativo, social y cultural de los terrenos forestales y la diversificación del paisaje rural y del propio entorno urbano. Más bien, como dijo una vez el revolucionario ruso Alexander Herzen, la naturaleza hace grandes obras sin esperar recompensa alguna y por lo mismo es necesario regular las leyes sobre el uso de tan importantes recursos para poder mantener el equilibrio del planeta.


Lilula